
El tango declarado este miércoles Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, se ha extendido por todo el mundo, atrapando al ritmo del dos por cuatro a parejas de Nueva York a París y de Helsinki a Bali. Un estilo tal vez lejano de la música original, que al ritmo del bandoneón evoca la vida en el arrabal, las penas del corazón y la lejanía. Pero la prueba de que con su combinación de melancolía y sensualidad el tango, sin duda, ya no conoce fronteras.